De aquí viene mi inspiración : Muse!!

sábado, 13 de marzo de 2010

Flora lo siente todo.

La tristeza invadía el alma de la niña. Flora temblaba,estaba encogida y veía como la lluvia golpeaba su ventana. Las lágrimas resbalaban por la cara de la pobre niña, que ante su extrema sensibilidad hacía el mundo exterior, había visto como un perro cogía del cuello a un pobre gato recién nacido y lo zarandeaba hacia los lados.

Ella se levantó después, le escocía la cara de tantas lágrimas que la habían surcado. Cogió al gato y lo llevó a su propia casa.Quería odiar a ese perro, quería poder querer matarlo, pero su propia amargura hacia el sufrimiento ajeno le rompía el corazón. Flora era especial, y lo sabía. Ella miraba a los ojos a la gente y esta se incomodaba, simplementeporque al hacerlo, la niña se quedaba influida por ellos: el oído se le agudizaba,la vista, el tacto y su extremísima sensibilidad también crecían en magnitud.Escuchaba su corazón latir, sentía el aire inmóvil rodeándola, escuchaba el tictic de las hormigas al caminar. Pero para su desgracia, el corazón que portaba no era lo suficiente duro como para no inmutarse por el sufrimiento ajeno, pues ese don que a muchos les hubiera encantado portar, para ella, una niña de 5 años, era más que maravilloso, una tortura. Ella vivía por dentro lo que las personas llevaban ensu interior, todo lo que sentían, sufrían, pensaban, agobiaba, enorgullecía,alegraba… todo; pero al hacerlo una parte de el interior de estas, lo cargaba ella en su pequeño corazón, que late rápido por sus pequeñas dimensiones.

Corrió por calles, escuchó los aullidos del viento, que parecía portar a una jauría de almas en pena. Torció una esquina, después otra a la derecha, otra vez a la izquierda y por fin en casa. Llamó al timbre y su madre le dio un caluroso abrazo y fingió preocupación por el pequeño gato ensangrentado, después se ofreció a curarlo pero Flora sabía que ninguno de sus sentimientos eran sinceros: no sintió alivio al verla entrar en la casa, no se interesó por la victima del perro fiero, no deseaba curarlo junto a ella para aliviar el dolor de su hija y del mamífero domestico.

Fue a su cuarto directamente. Puso una toalla encima de la colcha de la cama y dejó descansar al gatito. Flora examinó delicadamente el cuerpo del maltrecho animalillo, que para su sorpresa no estaba gravemente herido, tan solo tenía unos cortes de los colmillos del perro fiero en su cuello y estaba todo mojado de sangre. Fue al cuarto de baño, puso el tapón del lavabo y abrió el grifo. Cuando se lleno de agua tibia, metió al gato que estaba tumbado en su manita y con un dedo lo fue frotando hasta que su sangre se disolvió con el agua tibia. El gatito empezó a ronronear y Flora sonriente lo envolvió en una toalla, para dejarlo reposar entre almohadones.

Después de un cuarto de hora, la niña divisó que el gato había abierto sus ojos y la miraba. Ella dejo de hacer la tarea y caminó hacia él. Lo miró a los ojos… no sentía nada. Lo cogió en brazos y dijo en voz alta:

- ¡Por fin he encontrado a quien no puedo ver! – y sonrió con tal felicidad que el gato también lo hizo.

Después fue corriendo a por un cuenco con leche y lo colocó en el suelo. Se tumbo en la tarima. Miró como lamía el minino la eche, y producía ondas, observó como después se lamía los bigotes y, para gran sorpresa suya sintió un lametón en la mejilla.


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