De aquí viene mi inspiración : Muse!!

domingo, 14 de marzo de 2010

Magnificencia

Sandra y Diego habían ido a Toledo. En un solo día habían visitado numerosos lugares. La catedral, por ejemplo, fue la primera de ellas.

Cuando se sorprendieron con ella mientras caminaban por el casco antiguo de la ciudad, se pararon en seco, boquiabiertos. Jamás habían visto una catedral directamente, y lo que vieron los dejó estupefactos: un soberbio monumento se levantaba ante ellos, imponente; un autentico paradigma gótico.

Se acercaron, la observaron detenidamente; estaban embelesados por su perfección y armonía. Al igual que Follet se sentían maravillados por las catedrales.

Era temprano, sobre las nueve de la mañana. Por desgracia, el templo abría a las diez. Se sentaron en un banco, cerca de un pequeño jardín que había enfrente de ella. Se cogieron de la mano y miraron con vista de lince, en estado de estupefacción. La catedral constaba de tres partes visible: una cúpula, un edificio (por el que se entraba) y una especie de torre (¿Campanario?). La primera de las opciones estaba constituida por ventanas alargadas, divididas en dos por columnas y sujetas por un arco de medio punto. Más arriba, el edificio disminuía de envergadura para dejar paso a la cúpula octogonal. Coronándola había una estructura circular, sujeta por columnas. Una pequeña cúpula era su tejado y en su cima, remontándola, se encontraba una simple cruz cristiana.


De todas maneras, este apartado no estimulaba interés a Sandra. Desde que se vio embestida por la magnificencia, le captó la atención esa “torre” con base cuadrada y puntiaguda en su final. Deseaba ser Dios para poder rozar cada una de los relieves de los muros, de sus pilastras, de sus arcos de medio punto. Cada una de las bellas deformidades simétricas en sus cuatro lados componía la llegada al final de esta. Tan igual, tan perfecta. Quería desentrañar con la yema de sus demos cada detalle puntiagudo del monumento. Tenía la necesidad de inspeccionarlo. Se imaginaba un cuento de hadas en él.


Sin embargo, Diego, se vio deslumbrado por la construcción central. Esta constituía la entrada a la catedral. Era la más ancha y la de menor altura de las partes apreciables. La puerta central, dividida por columnas entre los 7 y los 10 metros de altura, era algo más redundante en cuanto a lo que se veía un poco más arriba, donde un degradado de arcos con iconos sujetaba el peso de la estructura sobre la puerta. Más arriba, la tétrica visión de una fila en todo lo ancho de santos sentados en distintas posturas aterraba el corazón de Diego. A los lados de diego acaba de descubrir, dos puertas secundarias, postrados bajo un fajo de arcos y vigiladas por monjes, santos o más entidades ilustres eclesiásticas. Estas Acechaba como ojos a lo que enfrente de ellas (y detrás de Diego y Sandra) se encontraba: una especie de guarida de brujas con paredes grises, impregnada en toda su magnificencia de puestas y ventanas, con dos puntiagudas torrecitas de base cuadradas en los extremos, con tejados negros y largos pararrayos (semejantes a ellos, al menos) con forma de cruz santa.



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